Romerías y festividades
El pueblo de Villanueva de Córdoba celebra, desde siglos atrás, en torno y en honor a su Patrona, las siguientes festividades:
– Romería de traída a Villanueva: Se celebra siempre el lunes de Pentecostés, el cual no tiene una fecha fija y está sujeto al calendario litúrgico. Desde el viernes anterior se celebra en Villanueva la llamada Feria Chica, culminando dicho lunes, día de la Romería, que está establecido como fiesta local en honor a la Virgen de Luna, Patrona y Alcaldesa Perpetua y Honoraria.
El domingo posterior, festividad de la Santísima Trinidad, se celebra la Fiesta de Regla de la Hermandad, momento en que se imponen las medallas a los nuevos hermanos de cada año, saliendo posteriormente la Virgen de Luna en procesión por las calles de Villanueva, donde el pueblo muestra su devoción a la Señora y sirve como acto recepción y bienvenida. A la finalización de la procesión se celebra el convite de hermandad, que sufragan los hermanos mayores del año en curso.

– Día 15 de Agosto: Festividad de la Ascensión de la Virgen. La Virgen de Luna baja de su trono en la parroquia de San Miguel, desde donde bendice a su pueblo, y se expone en besamanos, para que todas las personas que lo deseen puedan estar cerca de la “Precursora del Divino Sol”, como reza el himno que se entona en su honor.

– Romería de llevada al Santuario de la Jara: Se celebra siempre el segundo domingo de octubre. La Virgen de Luna es llevada, a hombros de sus devotos y devotas, hasta el Santuario de La Jara, como reza el dicho popular, “a cuidar la bellota”. Allí permanecerá hasta el domingo se sexagésima (segundo domingo antes del miércoles de ceniza), día en que la Virgen partirá hasta el pueblo hermano de Pozoblanco.

– Novena de despedida en honor a la Virgen de Luna: Desde el sábado anterior a su partida se oficia en la Parroquia de San Miguel Arcángel la novena de despedida a la Señora que culmina el día de la romería de llevada.
Todos los sábados en que la Virgen permanece en la ermita, el pueblo de Villanueva celebra una eucaristía en el santuario en honor a su Madre y Patrona y el penúltimo de esos sábados celebra una eucaristía especial de despedida.

Romerías especiales
– Romería de 1793
El sacerdote francés Paillaud vivió un tiempo en Villanueva, y asistió a la romería en que se llevaba a la imagen de la Virgen de Luna a su santuario.
La romería de la Virgen de Luna de octubre se hacía en la semana siguiente en que se celebraba la Virgen del Rosario. Ambas contaban con su soldadesca armada, y el padre Paillaud las describe juntas:
“La fiesta del Rosario se celebra el primer domingo de octubre. Esta función se anuncia todos los días de la semana que la precede, por la mañana, al son del tambor. En la procesión que tiene lugar inmediatamente antes de la misa mayor, ochenta o cien hombres armados con fusiles y espadas acompañan a la estatua de la Santísima Virgen. Hay un tambor, un estandarte. Se dan muchas salvas de disparos de fusil. En algunos lugares, el abanderado saluda a la Santísima Virgen, haciendo tremolar su bandera. El exterior de esta ceremonia la hace bastante majestuosa e inspira mucho de religiosidad.
Finalmente, el 14 de octubre (1793), pasaron los cuatro meses durante los cuales nuestra Santísima Virgen de la Luna debía permanecer en la iglesia de Villanueva de Córdoba, como se dijo anteriormente, hablando de esta estatua milagrosa en el artículo de dicha iglesia. Había que transportarla a su ermita.
Esta función fue anunciada de la misma forma que la precedente: misma procesión el domingo. El lunes, día de salida, reunido el cortejo armado, se canta una gran misa, al final de la cual cuatro hombres agarran unas andas en la que se sostiene la estatua, la sacan, al son del tambor, fuera de la iglesia, y la portan sin interrupción hasta una cruz que está a la salida de la población. El clero la acompaña hasta allá procesionalmente y, después de haber cantado allí un Oremus, regresa a la iglesia también en procesión.
A continuación, todos se preparan para el viaje que es de dos leguas, los porteadores, la gente armada, así como otras muchas personas, algunas a pie y otras a caballo, se ponen en camino, con la estatua milagrosa, llegando así a la ermita, después de haber hecho varias pausas en el camino y haber ganado fuerzas tomando un trago. Varios clérigos van allí a caballo.
Cuando la procesión está cerca de llegar, un eclesiástico, vestido con una capa, pasa al frente con una cruz y el estandarte. Nos dirigimos así en procesión a una pequeña capilla que es bastante bonita. Allí se canta una misa. Debo señalar que los principales habitantes, el concejo y la justicia de Pozoblanco, están presentes en esta ceremonia, que forma una asamblea respetable y numerosa.
Terminada así la función de la mañana, los habitantes de los dos lugares se retiran cada uno en una casa perteneciente a su municipio y, allí, comen y beben, a expensas de su recíproco municipio, sintiendo siempre la alegría y la felicidad de la función.
Llegado el momento de la partida, nos reunimos en la capilla desde donde, después de haber cantado una Salve (Regina) y rezar el rosario, regresamos, siempre con alegría. Nuestra Señora Virgen de la Luna permanecerá cuatro meses consecutivos en esta ermita, de la que luego será retirada para su transporte a Pozoblanco, de la misma forma que he dicho más arriba.”
– Romería de 1936
Las luchas sociales de principios del siglo XX se fueron incrementando con el tiempo, afectando de un modo directo a la religiosidad popular. En 1917 las autoridades locales prohibieron el uso de armas de fuego por parte de la Hermandad como medida preventiva, y al final de la Segunda República se prohibieron las procesiones, entre ellas, cómo no, la traída a Villanueva de Nra. Sra. de Luna.
La noche del domingo de Pentecostés de 1936, el día anterior a la fecha tradicional de la romería, varios jarotes devotos de la Virgen de Luna, Juan Gómez (a) “Cebón”, Juan Alonso Galán (sacristán y sochantre de la parroquial de San Miguel) y don Patricio Bermudo (presidente de la Hermandad de la Virgen de Luna), se trasladaron con el camión del primero al santuario de la Jara, y en el silencio de la noche hicieron el camino de vuelta con la imagen.
Al amanecer, al abrirse las puertas del templo, la Virgen de Luna estaba ya dentro de la iglesia de San Miguel, causando el asombro del vecindario. Se mantuvo la tradición, aunque fue el último camino que recorrió esta imagen: el 25 de julio de 1936 ardía en la Plaza, al igual que la totalidad del mobiliario religioso de la iglesia.
